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LA PSICOTERAPIA HUMANISTA

ANTECEDENTES

La Psicoterapia Humanista es un Paradigma de la Psicología que nace en Estados Unidos a finales de la década de 1950 de la mano de Abraham Maslow y Anthony Sutich tras la creación de la “Association for Humanistic Psychology” (AHP), creada en oposición al Paradigma Psicoanalítico y el Paradigma Conductual de la época.

Se vincularon con este movimiento denominado “La Tercera Fuerza de la Psicología” importantes figuras como Carl Rogers, Gordon Allport, Fritz Perls, Eric Berne, Eugene Gendlin, Viktor Frankl, Charlotee Bühler y Rollo May.

PROPÓSITO

La Psicoterapia Humanista buscaba volver a poner a en el centro de la Psicología a la Persona, la misma que había quedado reducida a factores biológicos y ambientales por el conductismo y a aspectos patológicos y psicodinámicos por el psicoanálisis.

El Humanismo parte de una Mirada Holística Integral de la Persona como Unidad y Totalidad, en relación con su entorno y en relación con otras personas.

La Psicoterapia Humanista rechaza la construcción de la psicología desde la psicopatología, incluyendo el estudio del Potencial Humano.  

Se resalta el carácter existencial de la persona, su consciencia, su reflexión sobre el sentido de la vida, su libertad, su voluntad y su creatividad, por encima de los aspectos condicionados, patológicos y/o inconscientes. La persona no es un ser pasivo, sino un ser libre y responsable que participa activamente en la construcción de su propia personalidad y condiciones de vida.

Se destaca la importancia de la unicidad de cada persona como fuente de investigación y conocimiento para la psicología. La Psicoterapia Humanista rechaza el uso de etiquetas diagnósticas y marcos teóricos explicativos externos a la vivencia de las personas, prefiriendo la comprensión directa de su experiencia a través del diálogo y método fenomenológico.

FUNDAMENTOS

Se promueve una mirada integral del Ser Humano bio-psico-socio-espiritual: “Una persona sólo puede ser comprendida desde su unicidad y totalidad”. Se opone a todo intento de reduccionismo biológico, psicológico, social y/o espiritual.

Sólo puede comprenderse a la persona en relación con el mundo, en-situación concreta y relación con otros. Se opone a la comprensión aislada e intra-psíquica de la persona.

El Ser humano es un ser consciente de su propia existencia, que se cuestiona sobre el sentido de su vida y del universo, es libre y responsable, tiene voluntad propia. Esta mirada se opone a las posturas deterministas.

Toda persona posee los recursos necesarios para la comprensión, sanación y desarrollo de sus recursos; el terapeuta es sólo un facilitador para la activación de estos recursos. Se opone a los estilos directivos de intervención.

El psicoterapeuta no debe buscar sólo focalizarse en las dificultades, patologías o problemas, sino que ha de contribuir a activar los recursos y potenciales del consultante. Se opone a los estilos patológicos y promueve lo sano en la persona.

Nuestro enfoque busca centrarse en la experiencia del consultante, comprendida como el conjunto de contenidos psíquicos (cognitivos, afectivos y conductuales) que aparecen a la consciencia del consultante, como una unidad coherente de significados, corporalmente sentidos. Sólo podemos trabajar con aquellos contenidos que surgen en la consciencia del consultante.

Promovemos el uso de la Fenomenología como principal actitud y método de aproximación en la Psicología y Psicoterapia: Esto implica partir de una metodología descriptiva y comprensiva, que busca evitar el uso de interpretaciones previas y/o externas a los contenidos surgidos en el diálogo entre consultante y terapeuta.

La Psicoterapia Humanista no toma como referencia principal las teorías explicativas, diagnósticos clínicos y/o datos empíricos externos a la propia experiencia del consultante: Respetamos la vivencia de la persona como una realidad en sí misma (Realidad Psíquica): “La experiencia del consultante es la máxima autoridad”  (Rogers).

La Relación Terapéutica constituye el factor más importante en la práctica terapéutica, tal como demostró el Dr. Carl Rogers en sus investigaciones: Una actitud basada en la Aceptación Incondicional Positiva, la Escucha Empática y la Congruencia, son condiciones necesarias y suficientes para todo proceso. La relación en el enfoque humanista es persona-persona, basado en un vínculo horizontal y abierto.

La Psicoterapia Humanista plantea la importancia del trabajo personal del propio terapeuta en psicoterapia individual y grupal, siendo este su principal herramienta de trabajo. El Terapeuta ha de ser comprometido y congruente con su propio proceso de auto-conocimiento, sanación y desarrollo, con el fin de ayudar a sus consultantes de forma más efectiva.

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